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Los mexicanos estresados,
y no lo aceptan
 
  • Los mexicanos no sabemos manejar los niveles de estrés y de hecho hasta un 70 % no reconoce que vive situaciones estresantes.

  • Sobre el tema hablan especialistas del Patronato Psicológico Queretano I.A.P.

 

La relación entre cuerpo y emociones está sumamente deteriorada pues poco hacemos caso de las señales que nuestro organismo nos envía…El estrés es hoy el preámbulo de ciertas conductas inapropiadas que dan como resultado una enfermedad emocional, el estrés, es la manifestación y puesta en marcha de la ansiedad y angustia que son la base en el desarrollo de una neurosis. El problema, a decir de la especialista María Eugenia Chávez Flores, Presidenta del Patronato Psicológico Queretano, es que no sabemos manejar los distintos niveles de estrés:

 

“No sabemos manejar nuestros niveles de estrés no reconocemos cuando el cuerpo está pidiendo descanso cuando la mente está pidiendo descanso vamos en un ritmo vertiginoso que no nos permite revisar que requiero un espacio para mí para mi relajamiento para mi descanso”

 

Otra manera de comprobar que no sabemos cómo manejar el estrés es el observar lo bien o mal que podemos dormir…Los especialistas afirman que muchas veces no aceptamos que tenemos un problema crónico y sólo hacemos cosas que “creemos” terminarán con el problema aunque sólo consiguen reducir los síntomas:

 

“Haber si hay alguien que me esté escuchando en este momento y se refiere a sí mismo como estresado tendría que pensar me duele el estómago, tengo colitis, tengo gastritis, tengo dolores de cabeza intermitentes me punzan las sienes hay palpitaciones siento a veces la opresión en el pecho algo que no me deja respirar a que lo atribuimos comí algo que me hizo daño me está doliendo el estómago por tal cosa ah es que comí demasiado picante es que me tomé un refresco y ya me siento mal entonces dejo de comer picante, dejo de tomar refresco, me pongo, me quito del sol y me paso a la sombra me tomo dos aspirinas y se me quitó el dolor de cabeza entonces esa fue nuestra respuesta de atención a nuestro estrés”

 

Las alternativas: terapias de relajación, una excelente medida que se acompaña de otras actividades, yoga, natación, deporte como correr, o ejercitarse media hora o 35 minutos por lo menos de caminata, esto, sin duda ayudará:

 

 

“Sí se disminuyen porque apoyamos a nuestros neurotransmisores a través del ejercicio a producir sustancias que os ayudan a la disminución del estrés una estrategia que hemos estado utilizando es propiciar estados de ánimo amigables como enseñamos a las personas a producir esos estados agradables consigo mismo a reír mas de la vida a disfrutar más de las cosas cotidianas de la vida”              

 

Según las estadísticas, el 16 % de los mexicanos definen el estrés como cansancio, un 12 % como presión, 9 % con problemas o preocupación, 5 % como desesperación o mal humor y las cifras coinciden con lo que afirman los especialistas pues 7 de cada 10 mexicanos no reconocen que el estrés sea parte de su vida cotidiana. 

La cocina maya, un bien de los mexicanos que perdura.
 
 

Valladolid, Yuc. 2 Mar (Notimex).- Pepita de calabaza, orégano, canela, pimienta, ajo, cebolla morada, achiote y chile habanero son los principales ingredientes de la cocina yucateca, una mezcla de la cocina hispana y maya, que se niega a sucumbir y que en la Península goza de ganado prestigio.

Muestra de ello pudo apreciarse este fin de semana en el Parque “Francisco Cantón Rosado”, donde cocineras tradicionales de Yucatán, Campeche y Quintana Roo participaron con sus preparaciones en la muestra gastronómica de la Gala Regional Maya, que reunió lo mejor de sus expresiones culturales.

Ana María Aban Montejo y su hermano Esteban vinieron a la muestra con una variedad de platillos que hicieron las delicias de los asistentes que lo mismo pudieron degustar de los tradicionales panuchos, el brazo de reina o el popular relleno negro.

En su familia, guisar es una tradición, lo han heredado de su madre y ella de su abuela; aunque ya no pasará a sus hijos, pues están casados y han emigrado a otras ciudades donde la cocina maya no es una prioridad.

Por eso, a Ana María le agrada este encuentro, donde puede presumir sus mejores guisos, dice, y donde se reencuentra con los sabores de su infancia.

Sobre las mesas de exhibición hay pequeñas porciones de mechado, relleno blanco y negro, salbutes, tamalitos, brazo de reina y codzitos; agua de chaya con limón, dulces como el camote, el mazapán, la calabaza y la papaya.

Los han preparado con especial cuidado, siguiendo al pie de la letra la tradición que les han heredado, comenta Ana María, quien se enorgullece sobre todo de su relleno negro, un platillo que mantiene desde tiempos inmemoriales, su carácter festivo.

Se prepara, comparte, con carne de pollo o de pavo y se guisa con una salsa especial, una especie de pasta negra que se realiza con chile de árbol quemado y condimentos de la región.

Luego de remojar el chile tatemado, explica, se remoja en agua con sal, ajo, pimienta y orégano, un día después se lava y al final se muele con otra mezcla de especies como canela, orégano y clavo.

El secreto, acota, está en las cantidades para evitar que la preparación quede amarga.

Aunque es una receta reservada para los grandes acontecimientos -bodas, bautizos, etcétera-, la comparte sin reserva porque considera que su tradición es un orgullo que no debe quedar en el olvido, y entre más personas conozcan sus recetas más fácil será que se preserven.

Lo mismo pasa con los postres, añade, que tienen sus variantes, pero que encuentran su sello especial en la cantidad de especies con la que éstos son cocinados.

En medio de la multitud, las muestras pronto se extinguen, su exhibición ha sido un éxito, a juzgar por el puesto vacío, ahora habrá que esperar una nueva invitación para que puedan llevar su riqueza gastronómica a otras latitudes, donde las conozcan por su sabor.

Mención aparte merece la bebida que al fondo de los puestos de comida apenas se asoma, es un aguamiel que está inspirado en el balché, pero no se fermenta con la corteza de árbol.

Su sabor es suave y agradable al paladar, lo cual hace que fácilmente pueda engañar a la gente, y se consuma con demasiada confianza, aun cuando su graduación alcohólica es alta, de 12 grados.

Brenda Mendoza es la encargada de repartir entre los paseantes apenas un sorbo de esta bebida que en algún momento fue considerada sólo para sacerdotes pero hoy, ya industrializada pretende convertirse en una marca popular.

La gente pasa pero no se anima a probar, quizá es que ya conoce la bebida y sus efectos embriagantes, mejor avanzan y hacen fila en los puestos de “marquesitas”, crepas mayas, envueltas como flautas.

Las hay rellenas de mermelada, lechera, queso, nutella o cajeta, para endulzar la velada, que se complementa con los puestos habituales de frituras, helados o los botes de elotes y esquites, que fusionan sus olores.

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